miércoles, 17 de octubre de 2012

Una puerta en la niebla

Aunque no es mi última novela escrita porque hay otras dos posteriores que aún no están publicadas al estar pendientes de la resolución de algunos premios literarios, Una puerta en la niebla es la última obra que por ahora incluiré en este blog.
            Surgió de la unión de varias ideas con un paisaje que recordé y que en el momento en que lo vi no me provocó demasiado interés. Quería escribir una historia actual que entroncara con una antigua leyenda, y pretendía situarla junto al mar porque quería que un faro se convirtiera en un lugar muy importante de la historia porque siempre he sentido especial debilidad por esos edificios. Repasé todos los lugares de costa que conocía y entonces recordé un viaje que había hecho a Mallorca a finales de 2008. Revisé las fotos que guardaba de lo que había visto y pensé que Capdepera podría tratarse de un buen lugar para ubicar la historia porque en muy poca distancia estaba el pueblo con el castillo en lo alto, Cala Rajada y el faro, además de numerosas calas.  
            Como no conocía la historia de aquel lugar, y tenía trascendencia en la novela, a pesar de que se tratara de un texto de ficción, me fui unos días a Mallorca para documentarme y para pisar el terreno donde la iba a ubicar, aparte de hacer fotos de todos los rincones que podrían ser útiles como localizaciones. Al pisar el castillo y al caminar por la noche entre el faro y Cala Rajada la historia comenzó a fluir, hasta el punto de que en seis meses la tenía prácticamente acabada a falta de pulir algunos detalles. Entonces decidí volver a Capdepera para comprobar si lo que había escrito encajaba con el entorno. En ese viaje tuve la fortuna de conocer a Pedro, el farero, y tuvo la generosidad de enseñarme el faro, además de contarme algunos episodios que le habían ocurrido durante las tormentas y tempestades. Lo que él me contó y lo que vi me sirvió para cerrar esta novela donde se funden la fantasía con la realidad al plantear la posibilidad de mundos paralelos.
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jueves, 11 de octubre de 2012

Los colores de Atila

Esta novela nació al tratar de recordar un sueño, pero sólo logré intuir la pared de una iglesia pintada con un grafiti de tres colores, y no pude recuperar nada más. Entonces pensé en quién podría tener motivos para pintar un grafiti en la pared de una iglesia, y opté por alguien que había tenido una mala experiencia con el clero durante su infancia.
            Parece muy poco material para escribir una novela de más de 300 páginas, pero no necesitaba más para empezar a hacerme preguntas a las que buscar las respuestas. Por entonces estaba escribiendo otra novela, que inmediatamente dejé aparcada, sin que hasta la fecha la haya recuperado y dudo que algún día la retome.
            Tras crear el personaje de Atila, un albañil tan fuerte entre los hombres como reprimido y huidizo ante las mujeres, necesitaba un contrapunto porque no quería centrarme exclusivamente en su historia, y pensé en una famosa presentadora de televisión que reniega de un trabajo que se nutre del morbo porque desea llevar una vida más tranquila y dedicada a la literatura después de obtener un valioso premio con su primera novela.
            A partir de eso tenía que buscar la forma de que sus vidas tan opuestas se fueran acercando hasta que se produjera el conflicto. El hombre que supone el origen del mal para Atila y del que desea vengarse, un alto cargo de la Iglesia, fue determinante en la formación de Laura y es considerado como un miembro más de su familia.    
            A la hora de contar la historia elegí un narrador omnisciente combinando la novela policiaca con el proceso de aprendizaje y creo que es una de las novelas más sólidas que he escrito, quedando finalista del Premio de Narrativa de Cuenca en 2011.
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martes, 9 de octubre de 2012

En la orilla del Aqueronte

Con esta novela hago mi primera incursión en la ciencia ficción, aunque estoy lejos de plantear mundos fantásticos o seres de otras galaxias. La historia se desarrolla en Madrid en la actualidad, y la hipótesis que plantea sobre la posibilidad de alterar el funcionamiento de la mente de las personas puede que no esté muy lejos de la realidad. 
            Tampoco tengo muy claro cómo surgió esta novela. Quería hacer algo muy diferente a lo que había escrito hasta entonces, y apareció esta historia en la que una psiquiatra especializada en el proceso de sugestión de los terroristas suicidas es contactada por un policía que está investigando varios crímenes absurdos que se han dado en la ciudad en muy poco tiempo, y juntos empiezan a seguir una vía que les lleva a un territorio sin retorno porque desvelar lo que sospechan puede ser mucho más peligroso que los propios crímenes.
            En cuanto al título, le di bastantes vueltas hasta que reparé en el significado del río Aqueronte en la mitología griega, y pensé que es el lugar desde el que la psiquiatra está contando la historia, en esa frontera que separa los vivos de los muertos.
            En esta obra me planteo un tema que me inquieta, y es el del uso que muchas veces se da a los descubrimientos científicos. Los avances son necesarios y no hay que limitar la inteligencia humana. El problema radica en que es mucho más fácil hacer negocio con la destrucción que con la construcción.  
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jueves, 4 de octubre de 2012

Las manos prestadas

Si como autor tengo que defender a todos mis libros como si fueran hijos, hay algunas historias por las que siento una especial debilidad, y Las manos prestadas es una de ellas por varios motivos. El primero es porque la historia nació en tiempo de crisis, cuando temía que se me hubieran acabado las ideas brillantes. Ese es un temor que nunca desaparece del todo, y siempre queda la duda de que toda historia pueda ser la última, sobre todos cuando no tienes otro proyecto en marcha. Tras la dura lucha mantenida con Olvido 27 me había quedado vacío. Hay que tener en cuenta que el proceso de creación de una novela es muy diferente al de una obra de teatro o un cuento, al menos en mi caso. Con la novela tengo una idea de la que parto, una meta aproximada a la que quiero llegar y algunos lugares de paso, pero es imposible abarcar toda la historia cuando se está gestando. En cierto modo es como un inmenso laberinto que tiene muchas salidas, y cada bifurcación te lleva a una diferente, y solo una de ellas es la buena. El proceso de completar el camino difícilmente lleva menos de un año, y cuando lo emprendes debes estar convencido de que merece la pena, y preparado para enfrentarte a todas las trabas que surjan, ya sean de la propia historia o de tu vida personal.
Desde el momento que imaginé la relación de un muchacho pobre y desdichado con un rico barón que quiere convertirse en escritor bohemio, supe que el camino iba a merecer la pena, aunque no de la forma en que finalmente ocurrió porque el desenlace que imaginé al principio se convirtió en el fin de la primera parte de la historia. Cuando tenía muchas dudas sobre cómo continuar me pasó algo extraño. Uno de los personajes me pedía que le dejara convertirse en narrador de parte del relato, lo que entraba en conflicto con el resto de la historia. Hice la prueba de narrar el principio de la segunda parte cambiando de voz, y eso  me proporcionó la clave para que las piezas encajaran y pudiera dar la dimensión real del protagonista, el proceso que sigue desde sentirse un miserable que lo ha perdido todo hasta convertirse en un héroe.   
En esta novela aparece una de las citas de las que me siento más orgulloso y que le dice el barón a Crisanto cuando se siente hundido: «No te asustes de las quimeras, asústate de aquellos que te nieguen el derecho a imaginarlas. Este mundo no sería posible sin lo que soñaron lo imposible y se pusieron manos a la obra». Cuatro años después de escribirla creo que las palabras del rey pidiéndonos que nos dejemos de quimeras en tiempos de crisis le otorgan una mayor vigencia porque en esta guerra que estamos viviendo entre ricos y pobres las quimeras son más necesarias que nunca para no sentirnos avasallados por los dueños del dinero. Y precisamente esa es la lucha que emprende Crisanto por amor hacia las personas que lo han convertido en hombre, lo que también tiene que ver con mi propio proceso como escritor.
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lunes, 1 de octubre de 2012

Olvido 27

Esta novela fue una de las primeras que comencé, pero entonces suponía un reto muy ambicioso en el que varias veces me quedé bloqueado, por lo que otras novelas se fueron colando y continuamente la iba dejando aparcada. Con esto digo que yo no elijo lo que quiero contar en cada momento, sino que son las historias las que me imponen su ritmo.
Nació de una frase que casi todo hemos pronunciado: «Si las paredes hablaran». En esta novela hablan porque es un edificio el que cuenta su historia y la de los vecinos que lo han habitado durante más de treinta años, los correspondientes a la transición española. Se trata de un pequeño edificio de un barrio obrero en una modesta capital de provincias, donde ninguno de sus habitantes ha vivido grandes historias, aunque todas las familias tienen dos caras, una es la que se muestra de puertas afuera y otra muy distinta en el interior de la vivienda.   
La fórmula narrativa está relacionada con Memorias de un paraguas porque la voz corresponde a un objeto al que atribuyo capacidades humanas, pero me resultó mucho más difícil de escribir por la amplitud de personajes y por la logística que exigía. El edificio cuenta con dieciséis pisos y dos locales comerciales, por lo que tuve que hacerme planos con la distribución del bloque, y al desarrollarse durante más de treinta años, en bastantes de los pisos hubo cambios, aparte de la evolución de las familias que seguían. Me encontraba con tal volumen de información que me resultaba casi imposible dosificarla para que hubiera cierto equilibrio, y pensaba que para los lectores sería mucho más compleja de seguir. A esto hay que añadir que al tratarse de la narración de un edificio, los diálogos prácticamente no existen, lo que para mi suponía una dificultad añadida.
Después de muchos arranques y abandonos, corría el riesgo de que se convirtiera en mi novela maldita y nunca la terminara, por lo que después de terminar Qal’at rabah decidí emplearme a fondo para ver si era capaz de acabarla, y finalmente encontré una fórmula que me permitió completar mi novela más larga en 2008. 
Tal y como suponía es una de las novelas que cuenta con menos lectores, quizás por su considerable tamaño o porque no la supe hacer más atrayente. Sé que ahora no me enfrentaría a un reto como el que asumí en su momento, pero se trató de un aprendizaje muy útil para posteriores trabajos.        
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viernes, 28 de septiembre de 2012

Qal'at Rabah

Esta novela surge de la unión de un proyecto de novela histórico-fantástica que se había estancado con una propuesta de José Luis Sobrino, el diseñador y maquetador de mis primeros libros. Como en el año 2005 se estaba desarrollando un proyecto cultural relacionado con el Campo de Calatrava, me planteó la posibilidad de que escribiera una historia que estuviera relacionada con en ese ámbito y que sería publicada por la Asociación para el desarrollo del Campo de Calatrava. Era un reto que me interesaba porque mis primeros quince años viví en Torralba de Calatrava, y los últimos los estaba pasando en Almagro por lo que he pasado más de media vida en ese territorio.
            En pocos días el proyecto comenzó a tomar forma en una doble vía porque se trataría de dos historias que se irían desarrollando en paralelo, aunque con cuatro siglos de diferencia. Decidí empezar durante la noche de las hogueras de Almagro con la historia de Eva, una joven historiadora en paro, que es contratada para documentar los legajos que se habían perdido en Valenzuela durante guerra civil y que habían aparecido en unas obras. Entre los documentos encontrados se encuentra buena parte de los pliegos correspondientes a un manuscrito que cuenta la historia un cómico que fue criado en el castillo de Calatrava la Nueva a comienzos del XVII. La fascinación que siente Eva por lo que ha descubierto le lleva a saltarse las normas y a estudiar ese manuscrito por su cuenta. Desde ese momento la historia de Diego de Calatrava y de Eva se cuentan por separado, pero siempre están unidas porque el descubrimiento del pasado le lleva a alterar su presente para crear un nuevo futuro.
            Me lo pasé muy bien escribiendo esta novela, aunque tuve que hacer un gran esfuerzo en documentarme porque se trataba de mi primera experiencia, y única hasta ahora, con la novela histórica. Estoy lejos de ser una especialista en cómo era la vida durante el siglo XVII, ese que para la cultura es el Siglo de Oro y que para la vida cotidiana fue de miserias por la decadencia del imperio.
            También suponía una mirada diferente a la tierra donde nací al tratar de desentrañar su pasado al mismo tiempo que me planteaba la novela como un homenaje a los cómicos, tanto a los que recorrían los caminos viéndose expuestos a todo tipo de peligros, como a los actuales que siguen honrando al teatro y a la propia vida.
            La primera edición correspondió a la Asociación para el desarrollo del Campo de Calatrava, y entonces cambié los derechos de autor por ejemplares para su venta. En 2010 y tras agotarse la edición a causa de la buena acogida que tuvo, la volví publicar con mi sello, Baobab Ediciones.      
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jueves, 27 de septiembre de 2012

Shylock Gallerie

Premio Kutxa Ciudad de San Sebastián de Teatro 2007

Esta obra la escribí en verano de 2006 y recuerdo que lo hice en pocos días. Puede que el borrador lo tuviera en una semana, y en otra la tuviera revisada porque quería terminarla a tiempo para mandarla al premio de San Sebastián al ser uno de los más serios y prestigiosos de teatro, y al que todos los años me había presentado con algún texto.
            La obra nació de una pregunta que muchos nos hemos hecho al contemplar obras de arte: ¿por qué unas valen millones y otras muy parecidas y que nos gustan más no valen nada?
            Tras la idea de situarla en una galería de arte, aparecieron los personajes, con tres me bastaba, lo que me agradaba porque paulatinamente había ido reduciendo su número para que los montajes pudieran ser más factibles. El personaje clave es la galerista y tuve muy claro que tenía que ser una mujer y convertirla en un guiño al gran personaje shakesperiano de El mercader de Venecia. Junto a la galerista puse a un joven pintor que quiere progresar a cualquier precio y para ello está dispuesto a entregar la libra de carne a su mentora hipotecándose en la compra de toda la obra que tiene dispersa para que la administre Shylock, porque ella tiene que complacer al mercado. El tercer personaje es un crítico que está al servicio de la galería y que tiene una cuenta pendiente con su ‘dueña’. Hay un cuarto protagonista, aunque no tiene forma de personaje, y es el dinero al que Shylock tiene que contentar y cuya procedencia no siempre es limpia. 
            Cuando la terminé estaba muy contento porque sabía que se trataba de una buena obra, aunque no quería hacerme esperanzas con respecto al premio porque sabía que se presentaban las mejores obras tanto de España como de la América hispana.
            A finales de enero, acababa de regresar de unas representaciones que habíamos hecho en Valencia, en las que yo iba como uno de los técnicos de la compañía y conduciendo el camión. La noche anterior le había dicho a mis compañeros que era la última salida que iba a hacer como técnico porque prefería centrarme en mi labor literaria y en la tienda, aparte de las funciones que hacíamos en el Corral de Comedias.
            Al llegar a casa, después de descargar el camión, me tumbé en el sofá porque estaba muy cansado y ni siquiera escuché el contestador. Un poco después y cuando estaba dormido sonó el teléfono. Era un periodista que quería felicitarme, y yo no tenía ni idea de lo que se trataba hasta que me preguntó si había escrito Shylock Gallerie. Después de colgar fue cuando escuché los mensajes del jurado comunicándome el premio.
            Desde entonces no he vuelto a escribir teatro, y no tengo muy claro el motivo. Puede que no encuentre aliciente en hacerlo con el único fin de ganar premios porque el fin principal pasa porque las obras se estrenen, y con la situación actual del teatro eso parece inviable. También es posible que disfrute más escribiendo novela al tratarse de un reto más ambicioso y donde completo todo el proceso desde que nace la idea hasta que entrego el libro al lector y escucho su crítica, o puede que no haya tenido ideas para desarrollarlas en este género.  
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lunes, 24 de septiembre de 2012

Lágrimas de Yaiza

Lágrimas de Yaiza no tiene un origen claro y creo que está más relacionada con la suma de varias situaciones que allá por 2003 me interesaban o me molestaban, como la guerra de Irak o la caída del capitalismo, que por entonces algunos presagiábamos y que en la actualidad parece un cadáver al que se niegan a enterrar y al que todavía le queda por causar mucho dolor. Pero sobre todo es una novela sobre amistad y lealtad, y desde el principio tuve muy claro que las protagonistas tenían que ser dos mujeres muy diferentes, lo que podría asociarse a 4 hilos para un epitafio, con la salvedad de que no son ellas las que narran la historia y no se desarrolla en un entorno acotado que parece contraerse.   
            El título y el desenlace de la historia no los supe hasta que llevaba algún tiempo trabajando en la novela e hice un viaje a Lanzarote. Tanto lo que vi en aquella isla como lo que me sugirió su paisaje volcánico se convirtieron en claves del relato, y desde ese momento todas las piezas comenzaron a encajar y la idea del viaje de las protagonistas buscando su particular Yaiza, una alegoría a Ítaca, se convirtió en la columna vertebral de la novela. También Lisboa y sus alrededores son referentes en ese viaje donde ambas mujeres tratan de ajustar cuentas con su pasado al tiempo que buscan un destino que ellas elijan y que no tiene que ser el mismo para las dos.
            En esta obra incluí tres de mis cuentos al considerar que encajaban muy bien en el camino que sigue Andrea, y siete poemas que necesitaba para el personaje de Concha al estar toda su vida vinculada a la poesía. Esos poemas son de María Alcocer, una gran poeta y amiga, que me los cedió porque la poesía no forma parte de mis cualidades como escritor.
            Publiqué la novela en 2007, después de enviarla a varios concursos y de quedar finalista del Premio Juan Pablo Forner.
            Varias lectoras (esta es otra de las novelas que han leído bastantes más mujeres que hombres), me han hecho la mejor crítica de esta historia al decirme que después de leerla han emprendido la búsqueda de su Yaiza particular. En ningún caso pretendo hacer novelas de autoayuda, pero es alentador que alguien tome lo que has escrito como un estímulo para ponerse en movimiento.
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Crítica de Papel Carbón

Esta es la crítica que escribió Ricardo Senabre en El Cultural.
El narrador y protagonista de Papel carbón es un joven barrendero con una biografía que parece extraída de una novela de Dickens: hospiciano, sin amigos, siempre menesteroso e impecune, pero muy aficionado a la lectura de novelas, encontradas en papeleras y contenedores o hurtadas en la cuesta de Moyano y en los grandes almacenes.
Esta afición le ha permitido crear un alter ego, un policía neoyorquino llamado Leo Carter –nombre formado sobre el auténtico del personaje: Leocadio Carrasco Tercero–, cuyas imaginarias aventuras vamos conociendo en un texto que, a la manera de una novela de quiosco, se inserta en el texto principal que narra Leocadio. Leo Carter y sus proezas le sirven al barrendero como escape para compensar una vida mortecina y solitaria en la que no parece haber más horizonte que la basura cotidiana, las broncas del jefe y el cuchitril inmundo de la pensión en que se aloja. La aparición de un cadáver y el hallazgo de una enigmática carta en una papelera subvertirán la vida de Leocadio, que, convertido en improvisado investigador, se verá sumergido de pronto en una aventura peligrosa de imprevisible alcance que le permitirá emular, en el plano de la realidad, los arriesgados lances de Leo Carter.
Novela de misterio, festoneada por el texto secundario que parodia los caracteres de una novela negra de quiosco, Papel carbón ofrece, sin embargo, como elementos de mayor interés una serie de motivos secundarios que apenas tienen que ver con la intriga de la historia: el diseño –sin pretensiones, pero eficaz– de personajes desvalidos que se mueven en los avatares de la sociedad; las penalidades de la inmigración; la explotación de la infancia; la soledad afectiva y la pobreza en medio de una sociedad de aparente opulencia. Incluso un tema como la función de la literatura y su mercantilización asoma en estas páginas encarnado en personajes y acciones. Romero posee un instinto narrativo que sólo necesita ser depurado, pero tiene lo que no se aprende: el instinto para contar con amenidad. Papel carbón no es una obra redonda, pero su autor tiene las condiciones adecuadas para llegar a mucho más lejos si se lo propone.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Papel carbón

Premio Río Manzanares de Novela 2005

Papel carbón es la novela con la que he obtenido una mayor recompensa, a pesar de que considere que tengo otras novelas mejores. Si la memoria no me traiciona empecé a escribirla a finales del año 2000. Al principio me la planteé como un divertimento  porque venía de escribir una novela muy dura como 4 hilos…,  y quería hacer algo más ligero y que se alejara de La Mancha, y por otra parte, también estaba interesado en utilizar parte de lo aprendido durante los años que trabajé en un medio tan elitista como patético como es la publicidad. Como escribir algo parecido a unas memorias me parecía patético, decidí hacer una novela policiaca muy particular porque el protagonista no iba a ser un duro policía, sino Leocadio Carrasco, un miserable barrendero subcontratado que con un carrillo y un escobón patrulla por las calles de Madrid mientras en su fantasía se considera Leo Carter, el más duro detective de Nueva York al que temen los criminales y se entregan las mujeres más bellas. 
            Siempre he pensado que cuanto más pequeño se siente un hombre, más grande debe ser su fantasía para compensar, un concepto que la religión ha sabido explotar muy bien, y en muchos momentos de mi vida me he sentido el más pequeño.
            No incluyo más detalles del contenido de la novela porque en la siguiente entrada irá la crítica que escribió Ricardo Senabre en El Cultural, y él profundiza más en la historia. Sí puedo decir que me divertí mucho escribiéndola y que utilicé algunas de las experiencias que había vivido en la publicidad, aunque con algunas variaciones.
            Al menos durante dos años la estuve enviando a concursos literarios, puede que más de quince, y cuando ya no la iba a mandar a más porque pensaba publicarla, decidí enviarla por tercera vez al premio Río Manzanares aprovechando que iba a mandar otra novela que acababa de terminar.
            Una tarde de mayo, cuando llevaba poco tiempo con la tienda abierta y no sabía cómo pagar el alquiler, me llamó Luís Mateo Díez, como presidente del jurado, y me comunicó que había ganado el premio por unanimidad, justo en el año en que se había incrementando la dotación del mismo al haberse eliminado el finalista. Aquellos veintiséis mil euros y la publicación de la novela en Calambur supusieron un notable respaldo a mi carrera literaria, y lo tomé como una beca que me permitía ganar tiempo para seguir escribiendo.     
            Hace un par de años recuperé los derechos de la novela y la volví a publicar con mi sello porque consideré que Calambur no se tomó demasiado interés en promocionar la novela.
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lunes, 17 de septiembre de 2012

Terapia

Premio Alejandro Casona de Teatro 2003

Esta es otra de las obras teatrales que han sido muy importantes en mi trayectoria. Al mismo tiempo es el texto más duro y comprometido que he escrito porque no elude la polémica en dos temas tan peliagudos como el terrorismo y la violencia de género.
            Considero que uno de los principales fines del teatro consiste en sacar a la luz temas que tengan un mayor calado social, y es un excelente medio para colocar la piedra en el zapato que nos haga estar incómodos y replantearnos nuestra actitud.
            Esta obra nació de una serie de cuestiones que fui asociando y que se resumían en una pregunta: ¿Qué pasaría si una víctima del terrorismo hubiera sido un maltratador? A partir de eso imaginé como escenario la consulta de una psicoanalista encargada de hacer la terapia de una mujer que ha sufrido la cruel pérdida de su marido, y a lo largo de varias sesiones se va desvelando que la realidad que tranquiliza la conciencia de la sociedad no tiene por qué parecerse a lo que realmente ocurrió.
            Esta obra se estrenó y se hicieron varias representaciones en la red de teatros de Castilla La Mancha, y en todas ocurrió lo mismo, al final de la obra el silencio era estremecedor porque no ocurría lo que la gente esperaba ver, aunque después aparecían los aplausos por el enorme trabajo de las actrices.
            Por entonces la Diputación de Ciudad Real se estaba planteando hacer una campaña contra la violencia de género y habían pensado en una obra que se pudiera representar en buena parte de los pueblos de la provincia. Vieron la obra y les encantó, pero la consideraban políticamente incorrecta porque el mensaje que trasmitía era demasiado duro. Entonces me propusieron hacer una obra con la misma estructura y que la representaran las mismas actrices, pero que tuviera un mensaje más positivo.
            Era la primera vez que hacía una obra de encargo en la que tendría que plagiarme, aparte de complacer a los políticos. Fue uno de los trabajos más duros a los que me he enfrentado porque mi interés estaba puesto en otros temas, pero finalmente escribí en el plazo pactado Hasta que la vida nos separe, y todos quedaron contentos. Se hicieron numerosas representaciones y la obra fue muy bien acogida, incluso conocí a mujeres que se habían sentido identificadas con lo que contaba. El reto salió bien, pero yo siempre me he sentido más orgulloso de Terapia, y sigo pensando que sigue siendo un texto que incita al debate y plenamente actual.
            Para conseguirlo en ebook: http://www.amazon.es/Terapia-ebook/dp/B0078ZUZZK/ref=sr_1_18?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1347895438&sr=1-18
            En edición impresa se encuentra disponible en el volumen 3 de mi colección Cámara Negra junto a Hasta que la vida nos separe y otros dos textos: www.ebaobab.com 

jueves, 13 de septiembre de 2012

Memorias de un paraguas

Premio Dulce Chacón de novela corta 2003
Memorias de un paraguas nació como un cuento largo poco antes de que me trasladara a Almagro, y el origen fue la pérdida de un viejo paraguas en el metro. Ese paraguas lo había encontrado en el piso al que me trasladé en Madrid cuando me quedé sin trabajo. Entonces comprendí que hay ciertos objetos que guardamos con cariño y de los que estamos muy atentos para no perderlos, mientras hay otros de los que solo nos acordamos cuando los necesitamos, y en cuanto se deterioran prescindimos rápidamente de ellos. Los paraguas son un ejemplo muy claro, y en ese momento de mi vida yo me sentía más inservible que un paraguas con las varillas rotas y la tela rajada. Entonces pensé en escribir la historia de un paraguas desde que es creado en una fábrica de Londres hasta sus últimos días en Madrid, y decidí que fuera el propio paraguas el narrador, así podría expresarse con una actitud filosófica y crítica acerca de los humanos que lo poseen y lo pierden durante su existencia.
            Cuando terminé el relato tenía una extensión demasiado larga para presentarlo a concursos de cuentos, y no llegaba a las páginas necesarias para que fuera considerada como novela corta, por lo que tuve que hacer filigranas para presentarlo a los de esta última modalidad. Tras quedar finalista de dos prestigiosos premios, me concedieron el Premio Dulce Chacón, que no tenía una gran cuantía, pero me fue entregado por la propia escritora poco antes de morir, y fue editado por el ayuntamiento de Brunete.
            Un par de años más tarde decidí hacer mi propia edición junto a la mayoría de mis cuentos aprovechando que acababa de abrir una tienda dedicada a mi obra en Almagro, y confiaba en que los libros tuvieran una buena acogida si era yo el que los vendía directamente a los lectores. El volumen incluye diecinueve cuentos. En el último momento prescindí de tres de los que tenía escritos porque consideré más apropiado que formaran parte de la novela Lágrimas de Yaiza, que por entonces estaba escribiendo y en la que encajaban muy bien.
            A pesar de que el cuento es un género literario que me gusta mucho, en los últimos diez años no habré escrito más de cuatro porque a diferencia de lo que me ocurría al principio, cuando me costaba mucho completar una página, en la actualidad cuando empiezo a desarrollar una idea pronto me encuentro con cincuenta páginas escritas, y me resulta más difícil reducir que ampliar.
            Varios años después de haberlo escrito, uno de mis lectores me dijo que había encontrado un cuento de un escritor mejicano, Gutiérrez Nájera, titulado Memorias de un paraguas y que estaba fechado a mediados del siglo XIX.
Para conseguir este volumen como ebook en Amazon: http://www.amazon.es/Memorias-paraguas-otros-cuentos-ebook/dp/B0076K09IK/ref=sr_1_12?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1346312562&sr=1-12
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martes, 11 de septiembre de 2012

Crítica de 4 hilos para un epitafio

Esta crítica fue publicada por Pedro A. González Moreno, un prestigioso y premiado escritor manchego, en 2005:
Novela que revela a un narrador ya maduro y forjado, pese a que no exista aún constancia de él en las crónicas oficiales, en las selecciones antológicas o en los diccionarios literarios. Tal vez el hecho de que sus relatos los haya publicado bajo su propio sello editorial, “Baobab Ediciones”, ha contribuido a que su obra haya tenido escasa difusión y no haya gozado de la suficiente atención crítica. La novela tiene a Almagro como único escenario, y al Corral de Comedias como uno de los espacios en torno a los cuales gira la acción narrativa. El autor sabe reflejar, a través de la visión de sus personajes, no sólo las tradiciones, lugares y costumbres de este pueblo manchego, sino también la peculiar idiosincrasia de sus gentes; y ahonda sin pudor en ese fondo oscuro, en esos instintos turbios y primarios (tan propios de la España negra) que a veces anidan en el corazón de nuestras gentes. Despliega una compleja trama de sentimientos y pasiones entre los que, como en una poderosa tela de araña, los personajes se ven fatalmente atrapados, creando una atmósfera opresiva sobre la que gravitan siempre las sombras del drama y la tragedia. Como si se tratara de una delicada labor de encaje narrativo, va entretejiéndose sutilmente, a lo largo del relato, una maraña de envidias y rencores, ilusiones y hastío, fascinación y celos, rivalidades y egoísmo, miedos y frustraciones, amores y odios, admiración y desprecio. Pero tal vez el mayor logro de esta novela radica en su original configuración técnica y estructural. Está construida como una sucesión de monólogos de cuatro mujeres, y todos ellos están, en mayor o menor medida, focalizados sobre el protagonista, Pavel, un creador de marionetas cuya figura resulta tan enigmática como fascinante, y cuya presencia en la ciudad altera, durante un año, la vida de sus habitantes. Tiempo y estructura se interrelacionan de un modo adecuado, ya que las cuatro partes de la obra se corresponden con cada una de las cuatro estaciones en que trascurre la acción, pero no son casuales estas correspondencias. La obra se encuentra articulada en torno a ese número cuatro, puesto que, recordemos, son cuatro las voces de las mujeres narradoras, y asimismo son cuatro los monólogos de cada una de ellas que se van alternando en cada una de las cuatro partes en que se divide la obra. Pero en un último guiño de complicidad que el autor sugiere a través del título y el tema, esas cuatro piezas de esa maquinaria narrativa que van moviéndose con ritmo lento y uniforme, corresponden a los cuatro hilos que gobiernan el movimiento de las marionetas. Los cuatro hilos, en definitiva, con que el autor va moviendo los hilos de su relato.
La singular construcción narrativa, articulada sobre la variedad de puntos de vista, aporta a la historia la posibilidad de ser contemplada desde diferentes ángulos, y ese multiperspectivismo enriquece y matiza, relativizándolas, las diferentes situaciones que viven los personajes. Una obra, pues, que al margen de su habilidad constructiva, presenta una serie de lúcidas reflexiones sobre el amor y el dolor, sobre las dificultades de integración de los inmigrantes dentro de un ambiente hostil, sobre los malos tratos, sobre los conflictos generacionales entre padres e hijos, o sobre la crisis de la institución familiar. Con un lenguaje que a veces resulta envarado, aunque adecuado en general a los distintos registros de las voces narradoras, Francisco Romero construye una fábula de sabor muy actual donde deja moverse a unos personajes que luchan por su libertad y por sus sentimientos frente a un entorno represivo y mezquino. Más allá de la tragedia que da cuerpo al relato, Francisco Romero crea unos seres que se enfrentan al mundo con su verdad por delante, unas criaturas que son “como las aves que transitan sin fronteras que las detengan porque no existe el concepto de pertenencia a una patria y todo lugar es el suyo.” Seres que en el sufrimiento, en el sacrificio o en el amor, encuentran la verdad de sí mismos frente a la intolerancia y la incomprensión que les rodea.

4 hilos para un epitafio

Estaba en proceso de revisión de Y el pirata creó el mar cuando empecé a trabajar en mi siguiente novela. No tengo muy claro cómo surgió la idea, pero como venía de escribir una historia mágica y abierta donde todo era posible, quería hacer lo contrario, una novela más íntima y cerrada en cuanto a espacio y tiempo, y que fuera intimista al mismo tiempo que se tratara de un ejercicio de exhibicionismo, al incluir a un personaje secundario que tenía mucho que ver conmigo como el amigo de Pavel, el protagonista llegado desde Praga junto a sus marionetas. Puede que la génesis de la novela fuera la imagen de un hombre caminando por la plaza de Almagro en busca de locales vacíos para instalarse.
            A pesar de que el eje de la historia era Pavel, quería que el protagonismo lo adquirieran cuatro mujeres de edad y condición muy diferentes que a lo largo de un año tienen relación con ese hombre. Empecé a narrarla de varias maneras, pero no tardaba en quedarme bloqueado, y más de una vez pensé que trataba de asumir un reto que me superaba, pero no quería abandonar. Finalmente empecé a pensar en la posibilidad de que las cuatro mujeres se convirtieran en narradoras y la historia se desarrollara como la suma de cuatro monólogos que se van alternando para contar lo que vivieron. Con el paso de los años creo que es una de las decisiones más brillantes que he tomado como escritor, a pesar del esfuerzo que tuve que hacer para meterme en la mente de cuatro mujeres entre 17 y 60 años que se enfrentan a la vida de una manera muy diferente, a pesar de que todas se sienten solas.
            Muchos lectores me han preguntado por qué decidí ubicar una historia tan dura en Almagro, y si ello me ha causado algún problema en el pueblo. La razón es muy sencilla. Como yo no podía viajar a las grandes ciudades, decidí traer la historia al lugar que me había acogido, y que ya iba conociendo, aunque todo lo que ocurre es ficción. En cuanto a la reacción entre los lectores de Almagro ha sido muy buena, aunque hay que tener en cuenta que la han leído muchas más mujeres que hombres.      
            Con esta novela quedé finalista del premio Alarcos Llorach de Novela en 2004, que curiosamente ganó un periodista vinculado a la organización. Entonces me decidí a publicarla a pesar de que no tenía mucha confianza en que se vendiera, pero acababan de concederme un premio de teatro y decidí invertir el dinero en la edición. Por fortuna los lectores la acogieron muy bien, y desde entonces he recibido muchas cartas, sobre todo de mujeres que se han identificado con alguna de las protagonistas y que han encontrado en Pavel el arquetipo de un hombre muy parecido al ideal. También he recibido visitas de personas que se decidieron a conocer Almagro después de haber leído la novela, y eso es muy gratificante.
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jueves, 6 de septiembre de 2012

Y el pirata creó el mar

Creo que esta es la novela que ha marcado mi destino como escritor por muchos motivos. En primer lugar porque fue la primera que concebí como novela desde el primer momento. También fue la historia que justificaba plenamente mi regreso a La Mancha, puesto que aún seguía contemplándolo como una huida de Madrid tras la derrota, pero sobre todo porque comprendí que a pesar de contar con menos formación que otros escritores, y de tener carencias a la hora de narrar, estaba a la altura de los mejores a la hora de inventar historias. La fantasía es caprichosa, no se puede comprar o vender, ni es patrimonio de los autores más reconocidos, y yo estaba empezando a dar crédito a la mía.
            Esta novela nació un sábado de noviembre en el Corral de Comedias, donde vendía las entradas para la representación que hacíamos por la noche. Se trató de una conversación que mantuve con el director de la compañía y con su hijo de seis años. Solo fueron necesarias tres frases. El niño le pidió a su padre que hiciera una obra del pirata Patapalo. El padre le respondió que sería de un niño perdido, y yo añadí: «de un pirata que nunca vio el mar». Inmediatamente pensé que ahí había un cuento, y me pasé todo el día dándole vueltas a la idea. Por la noche ya tenía a los protagonistas: Francisco Jadraque y Sinfo Piélago. 
            Tras la vuelta a Mancha me había propuesto escribir una historia que tuviera relación con mis recuerdos de la infancia y que no tuviera nada de autobiográfica, pero todas las ideas se iban trasformado en algo muy oscuro que no deseaba continuar. Sin embargo, al situar a dos aprendices de piratas que desean crear su propio galeón para navegar en las llanuras manchegas, se me abrió un nuevo mundo, y me volqué en esa historia con una pasión que no creía tener, hasta el punto de que varios de los pasajes los escribí de un tirón y no los cambié durante la corrección.     
            Escribiendo Y el pirata… me sentí plenamente escritor, y supe que mi destino no debía tomar otra dirección, aunque tuviera que apostarlo todo por la literatura. Esa historia me permitió combinar la fantasía de dos muchachos, que desean aprender todo lo necesario para convertirse en piratas en La Mancha, con la oscura realidad que se vivía durante los años sesenta.
            La respuesta de las editoriales fue parecida a las de otras novelas, aunque una me pidió que la acortara para publicarla como novela juvenil y en otra me dijeron que era muy buena pero se alejaba de su línea editorial. Como en los premios literarios tampoco recibí respuesta, decidí editarla, aún sabiendo que me iba a resultar muy difícil venderla, pero estaba convencido de que merecía la pena, y en 2002 pude asumir la inversión después de varios años de penuria. Por fortuna conté con la ayuda de un gran profesional como José Luis Sobrino para el diseño de la portada y la maquetación, por lo que el resultado final estaba a la altura de los libros mejor editados.      
            Como suponía, al principio las ventas fueron escasas, pero las respuestas que recibía de los lectores eran impresionantes y el número «piratas» fue creciendo. Diez años después la inversión que hice está ampliamente amortizada, pronto tendré que hacer una nueva edición y muchos lectores guardan la novela como libro de culto al que regresan periódicamente y que temen prestar por temor a perderlo.
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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Las aventuras de Graznarín el trovador

Esta es una obra de muy difícil clasificación que no está lejos de una extraña novela de caballerías contada por capítulos independientes. El origen hay que buscarlo en mi primera visita al Festival de Almagro en el año 96, cuando todavía no me planteaba que mi futuro pasara por esa villa. Unos amigos actores colaboraban con una emisora de radio y pretendían hacerle una entrevista al joven presidente Aznar en su visita a la ciudad, pero el personal de seguridad abortó la entrevista. Esa tarde estaba junto a cuatro actores y les propuse grabar una una entrevista burlesca a un presidente y a una ministra de cultura ficticios. Yo iba escribiendo los textos en servilletas de papel que les iba pasando para que hicieran la grabación, y en poco más de media hora se envió el resultado a la emisora. Por fortuna, el periodista que recibió la grabación era un buen profesional y amigo y decidió emitirla. Poco después la centralita se había quedado bloqueada, y había división de opiniones, unos aplaudían esa manifestación de libertad y otros se acordaban de nuestra familia, pero en conjunto había sido un éxito porque la volvieron a emitir dos veces por petición de muchos oyentes.
            Cuando regresé a Madrid pensé que el proceso de aprendizaje y la trayectoria seguida por un joven aspirante a gobernante y su rudo escudero era un tema que podría tratar con cierto sarcasmo, y decidí hacerlo como si fuera una novela caballeresca de las que indujeron a la locura a don Quijote. Y así fue como Pepito Graznarín y Curro Coces comenzaron sus andanzas en un reino de desdichas gobernado por el siniestro clan de los sevillanos.
            Durante varios meses estuve añadiendo capítulos hasta que un día decidí darla por acabada porque no sabía qué salida le podría dar y no quería convertirla en una crónica política. Durante diez años durmió el sueño de los justos a pesar de que la realidad política de este país había sido mucho más patética que lo que narraba en la ficción, y cuando los protagonistas en que me inspiré ya no contaban con el protagonismo que tuvieron en otro tiempo me decidí a hacer una tirada corta para los incondicionales de mi obra antes de pasarla a libro electrónico.  
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martes, 4 de septiembre de 2012

El legado de Julie Newman


Aunque este blog se centre especialmente en mis novelas, considero necesario incluir referencias a algunas obras de teatro porque han sido muy importantes en mi trayectoria. El teatro apareció en mi mente cuando llegué a Almagro y vi las obras y ensayos de la Compañía del Corral de Comedias. Mis dos primeras obras El interrogatorio y El último amanecer, son dramas existenciales más o menos afortunados que me sirvieron para empezar a manejarme en el género y conocer sus particularidades, porque la narrativa, el guión y el teatro funcionan con reglas diferentes. Después llegó la versión libre que hice de La posadera de Carlo Goldoni para que formara parte del repertorio de la compañía, un montaje que todavía se sigue representado en el Corral de Comedias trece años después de su estreno, además de programarse en muchas otras ciudades.
            No sé exactamente cómo surgió la idea para El legado de Julie Newman. Puede que tuviera algo que ver la imagen de un ataúd que vi en un escenario, pero cuando decidí asociar el culto a la muerte que hay en La Mancha con el esperpéntico humor de esta tierra tuve la historia muy clara, y sé que tardé pocas semanas en escribirla y que me lo pasé muy bien porque la trama fluía con facilidad. Recuerdo que la envié a varios premios de teatro y pocos meses más tarde me llamaron desde El Puerto de Santa María para comunicarme que había ganado el Premio Hogar Sur de Teatro de Comedias que convocaba la Fundación Muñoz Seca y que contaba como miembros del jurado con teatreros tan prestigiosos como Manuel Galiana o José Luís Alonso de Santos. Era la primera vez que una obra mía recibía reconocimiento, aparte de una lujosa publicación y una notable cantidad económica que me vino muy bien para enfrentarme al futuro con menos miedo y sabiendo que no era una absurda quimera pasar de ser un fotógrafo en paro a un escritor que esperaba vivir de ello.
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viernes, 31 de agosto de 2012

La soledad y una voz

La soledad y una voz es mi segunda novela, aunque tardé muchos años en publicarla porque llegué a pensar que a esa historia se le había pasado su tiempo. Nació como guión de cine, como La futura memoria, cuyo título era Fin de milenio y fue el último que escribí. Con otros guiones también intenté convertirlos en novela, pero no encontré la fórmula, o el interés, porque cada historia pertenece a un periodo de mi vida y había otros temas que me parecían más sugerentes, por lo que la distancia con aquellas lejanas obras fue creciendo, y los guiones de: El accidente, Escritor novel vende guión, La boda del año, La lógica del odio, Unión films, La mujer del taxi y El piso parecen condenados a quedar en el olvido, o como ejercicios para trabajar con las palabras.
            Para crear la historia que dio origen a La soledad y una voz, hubo un encuentro que fue clave, y ocurrió unos meses antes de que me echaran del trabajo al volverme incómodo para mis jefes.
            Un día llegó a nuestro estudio Orlando Patricio, un cantautor cubano que había pasado muchos años en la cárcel y que acababa de salir gracias a la labor de Amnistía Internacional. Llevaba pocos días en Madrid y nos habían propuesto editar un video con una de sus canciones para ayudar a promocionarlo. Solo hablé con él un par de días en el estudio y una noche que estuvimos tomando cervezas en una terraza, pero fue suficiente para darme cuenta de que estaba ante un hombre extraordinario, un luchador que no odiaba a pesar de haber perdido un brazo en la cárcel y de tener que componer la música de sus canciones tocando la guitarra con un sola mano.  
            Poco tiempo después empecé a escribir una historia que se desarrollaba en Madrid durante el último día del milenio, y el eje de la historia era una emisora de radio pirata cuyo presentador decide hacer un programa que se desarrolle durante las últimas dieciséis horas de aquel día y sirva para poner en contacto a todos los solitarios que no tienen grandes proyectos para esa noche tan especial, y uno de los personajes claves es Orlando, que se define a sí mismo como un recién nacido.
            Ese guión lo terminé poco después de que me echaran, y decidí convertirlo en novela cuando terminé La futura memoria, al no tener ninguna idea original que pudiera desarrollar como novela.
            Terminé La soledad y una voz cuando ya vivía en Almagro y decidí mandarla a unas pocas editoriales y concursos, pero no recibí respuestas. Entonces no tenía dinero para publicarla y una vez que llegó la fecha en que se desarrollaba la historia pensé que la novela había perdido vigencia y que estaba destinada a quedar en el olvido. Tuvo que ser en 2009, con la llegada de la impresión digital a las imprentas, lo que permitía hacer tiradas cortas a precios razonables, cuando decidí recuperar esta novela en la que trabajé con tanta ilusión, aunque no deja de ser una obra de un escritor primerizo al que le faltaba mucho por aprender.
            Algún tiempo antes de publicarla, y a través de un actor cubano, supe que Orlando Patricio murió no mucho después de que yo lo conociera al sufrir una trágica caída durante una noche de fiesta en el Café Libertad. Cruel paradoja que un luchador por la libertad muriera en un lugar con ese nombre. También supe que Luís Pastor le había dedicado una canción a ese hombre que vivió poco, pero que sembró mucha vida.

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jueves, 30 de agosto de 2012

La futura memoria II

La posibilidad de publicar La futura memoria en 1997 llegó acompañada de la decisión de abandonar Madrid después de catorce años porque no encontraba sentido a seguir viviendo en esa ciudad, aparte de que no me lo podía permitir. La alternativa llegó desde Almagro y no porque viera oportunidades a corto plazo porque antes tenía que reconstruirme al estar al borde de la depresión. Por fortuna, la compañía del Corral de Comedias de Almagro me dio la opción de salir del pozo, primero como fotógrafo, posteriormente como responsable de sala y técnico, y finalmente como adaptador de textos clásicos, lo que me permitió obtener algunos ingresos y recuperar la autoestima, aparte de descubrir que el teatro era un género que se adaptaba muy bien a lo que yo escribía porque se basa en el diálogo, donde me desenvolvía con mayor facilidad.    
            Poco después de publicar La futura memoria descubrí que lo más complicado no era escribir o publicar un libro, sino venderlo. Lo había llevado a varias librerías de Madrid y de Ciudad Real, pero nadie me conocía y mi libro ocupaba un lugar apartado en una estantería junto a miles de novelas de autores reconocidos y promocionados.
            Quince años después todavía no he recuperado la inversión que hice al imprimir dos mil ejemplares de aquel libro en el que hay numerosos errores, que he corregido en la versión de libro electrónico que se vende a través de Amazon, pero sé que fue una buena decisión porque me sirvió para dar un paso al frente y porque bastantes lectores me han dicho que disfrutaron mucho leyendo la historia de dos funcionarios jubilados que deciden dar un cambio radical a su vida por el temor de que la inactividad los conduzca a la muerte.    

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miércoles, 29 de agosto de 2012

La futura memoria I


La futura memoria es una primera novela, y como tal tiene muchos errores propios de un escritor que desconoce el oficio y su propia capacidad para narrar, pero a la vez tiene la pasión de los que se lanzan a la aventura. El origen de esta historia se remonta al año 93, cuando trabajaba como fotógrafo publicitario y trataba de abrirme paso como guionista, y como tal ya conocía los sinsabores del rechazo de la productoras, y no porque mis guiones fueran malos, sino porque no me permitieron entregarlos a las pocas que los llevé.

Entonces nos llamaron para hacer las fotos de una campaña con Alfredo Landa, y pensé en la posibilidad de escribir un guión que lo pudiera protagonizar confiando en que me sirviera para abrirme las puertas de un mundo tan hermético. La idea no tardó en aparecer, y tras varias semanas de trabajo tenía el guión preparado aunque sin pulir cuando llegó el día de hacerle las fotos. Se lo entregué y fue muy correcto, pero pasó el tiempo y no recibí respuesta. Después escribí otros tres guiones, incluso por uno de ellos, La mujer del taxi, recibí una propuesta de una productora que no salió adelante porque me negué a aceptar los cambios que querían imponerme.  Pocos meses después me quedé sin trabajo, y lo que podría haber sido una condena para mi carrera como guionista se convirtió en un estímulo para apostar por la literatura. La razón es muy sencilla, era más barato escribir que abrir mi propio estudio de fotografía, aparte de que después de trece años dedicado a la publicidad no sentía el menor afecto por esa actividad donde primaba la vanidad de una serie de individuos que se creían dioses cuando ni siquiera habían aprendido a ser hombres.

            Pasé cerca de dos años encerrado en un frío, diminuto, oscuro y sucio apartamento, mientras se consumían mis escasos ahorros,  tratando de dar forma a mis ideas confiando en que mi creación recibieran recompensa, incluso hice pruebas como guionista para Médico de familia, y me rechazaron diciendo que no tenía capacidad para trabajar en equipo, lo que con el tiempo descubrí que era cierto, aunque entonces me dolió porque necesitaba saber que servía para escribir, aparte de dinero para vivir.

            Por entonces seguía planteándome los guiones como única opción porque me consideraba incapaz de escribir una novela ya que mi formación era visual y jamás había tenido vocación de escritor. Creo que fue a finales del 95 cuando empecé a plantearme la posibilidad de hacer narrativa y como practica me propuse convertir en novela el guión titulado Billy & Joe, el que había escrito para Alfredo Landa porque tenía la impresión de que me habían quedado cosas por contar.

            Lo pasé mal durante esos meses porque me costaba horrores completar una página. Me faltaban las palabras y no sabía cómo enlazarlas. Los diálogos fluían con cierta facilidad, pero a la hora de narrar me atrancaba, aparte del temor a los errores. Al tiempo que escribía tenía que estudiar libros de gramática, revisar manuales de ortografía y leer textos sobre creación literaria, y cada día me sentía más perdido, pero no quería desistir porque me había cerrado las puertas a cualquier otra alternativa laboral.

            No recuerdo cuanto tiempo dediqué a esa novela. En aquellos tiempos los días se me hacían eternos al no tener otra cosa que hacer, al tiempo que la sensación de angustia se acentuaba al saber que mis ahorros se acababan y no tenía adonde ir cuando dejara de pagar el alquiler.
            Finalmente terminé la novela y empecé a mandarla a editoriales y a concursos literarios. Salvo dos o tres editoriales que me mandaron una carta diciendo que la novela no encajaba en sus planes de edición, la respuesta que recibí fue el silencio. Como la paciencia no era una de mis virtudes, decidí tomar una vía alternativa que con el paso de los años se ha convertido en mi primera opción, la de convertirme en editor de mi obra.  

Mis libros

El propósito de este blog es hablar de mis libros una vez que mi trayectoria como escritor se acerca a los veinte años y mi obra ya es más extensa que la de la mayoría de los escritores a lo largo de su vida. Quince novelas (dos todavía inéditas al estar pendientes de concursos), dieciochos obras de teatro, un libro de cuentos y nueve guiones de cine, aparte de guiones radiofónicos, adaptaciones teatrales de clásicos y otros textos menores componen mi producción, a la que espero añadir nuevas novelas, el género en el que estoy más centrado durante los últimos años al ser el que más me gusta y en el que puedo controlar todo el proceso desde que nace la idea hasta que llega al lector, lo que con los guiones y el teatro no ocurre porque el fin de los textos pasa porque puedan ser representados o filmados.  
            No me propongo con este blog hacer sinopsis de lo que hay escrito en cada una de mis obras porque considero que los textos se tienen que defender por sí mismos y cada lector es libre de interpretarlos como desee. Tengo la fortuna de estar en contacto con muchos de mis lectores que regresan periódicamente por mi tienda o me escriben, y me han contado cosas sorprendentes de mi obra, tanto de lo que hay escrito como de lo que ellos han interpretado, incluso de lo que ha aportado a su vida, y todo ello me enriquece.
            Calculo que ya son cerca de diez mil lectores los que han leído algunas de mis obras, y muchos de ellos han repetido, hasta el punto de que algunos las coleccionan y en cierto modo los considero como unas mecenas que me permiten seguir trabajando en aquello que amo y que tardé mucho tiempo en descubrir, porque no todas las personas encuentran aquella actividad para la que están más capacitados, o puede que lo hagan cuando ya es demasiado tarde para dar un vuelco a su vida que le permita desarrollarla.
            El propósito que persigo es contar aquello que me llevó a enfrentarme a cada una de mis obras y cómo las desarrollé, porque yo no soy un escritor que dedique mucho tiempo a madurar una idea antes de ponerme a escribirla, prefiero lanzarme al abismo, lo que con frecuencia me lleva a meterme en laberintos de los que no siempre soy capaz de encontrar la salida, pero disfruto mucho más escribiendo de este modo que teniéndolo todo planificado. No concibo la literatura como una tortura, sino como un viaje en el que hay mucho que aprender y en el que debe haber más momentos de gozo que de sufrimiento. La búsqueda del conocimiento es la actividad más enriquecedora que puedo imaginar porque nunca se acaba, y por eso ahora no tengo la impresión de que las ideas se me agoten, algo que al principio pensaba. Cada historia que escribo me abre vías para otras nuevas, y me siento como aquellos exploradores que se lanzaron a buscar los confines de la tierra, y que cada ruta que seguían les abría nuevas vías de exploración.     
            Espero que aquellos que conocéis mis libros os animéis a escribirme para que pueda incluir vuestras impresiones.