viernes, 31 de agosto de 2012

La soledad y una voz

La soledad y una voz es mi segunda novela, aunque tardé muchos años en publicarla porque llegué a pensar que a esa historia se le había pasado su tiempo. Nació como guión de cine, como La futura memoria, cuyo título era Fin de milenio y fue el último que escribí. Con otros guiones también intenté convertirlos en novela, pero no encontré la fórmula, o el interés, porque cada historia pertenece a un periodo de mi vida y había otros temas que me parecían más sugerentes, por lo que la distancia con aquellas lejanas obras fue creciendo, y los guiones de: El accidente, Escritor novel vende guión, La boda del año, La lógica del odio, Unión films, La mujer del taxi y El piso parecen condenados a quedar en el olvido, o como ejercicios para trabajar con las palabras.
            Para crear la historia que dio origen a La soledad y una voz, hubo un encuentro que fue clave, y ocurrió unos meses antes de que me echaran del trabajo al volverme incómodo para mis jefes.
            Un día llegó a nuestro estudio Orlando Patricio, un cantautor cubano que había pasado muchos años en la cárcel y que acababa de salir gracias a la labor de Amnistía Internacional. Llevaba pocos días en Madrid y nos habían propuesto editar un video con una de sus canciones para ayudar a promocionarlo. Solo hablé con él un par de días en el estudio y una noche que estuvimos tomando cervezas en una terraza, pero fue suficiente para darme cuenta de que estaba ante un hombre extraordinario, un luchador que no odiaba a pesar de haber perdido un brazo en la cárcel y de tener que componer la música de sus canciones tocando la guitarra con un sola mano.  
            Poco tiempo después empecé a escribir una historia que se desarrollaba en Madrid durante el último día del milenio, y el eje de la historia era una emisora de radio pirata cuyo presentador decide hacer un programa que se desarrolle durante las últimas dieciséis horas de aquel día y sirva para poner en contacto a todos los solitarios que no tienen grandes proyectos para esa noche tan especial, y uno de los personajes claves es Orlando, que se define a sí mismo como un recién nacido.
            Ese guión lo terminé poco después de que me echaran, y decidí convertirlo en novela cuando terminé La futura memoria, al no tener ninguna idea original que pudiera desarrollar como novela.
            Terminé La soledad y una voz cuando ya vivía en Almagro y decidí mandarla a unas pocas editoriales y concursos, pero no recibí respuestas. Entonces no tenía dinero para publicarla y una vez que llegó la fecha en que se desarrollaba la historia pensé que la novela había perdido vigencia y que estaba destinada a quedar en el olvido. Tuvo que ser en 2009, con la llegada de la impresión digital a las imprentas, lo que permitía hacer tiradas cortas a precios razonables, cuando decidí recuperar esta novela en la que trabajé con tanta ilusión, aunque no deja de ser una obra de un escritor primerizo al que le faltaba mucho por aprender.
            Algún tiempo antes de publicarla, y a través de un actor cubano, supe que Orlando Patricio murió no mucho después de que yo lo conociera al sufrir una trágica caída durante una noche de fiesta en el Café Libertad. Cruel paradoja que un luchador por la libertad muriera en un lugar con ese nombre. También supe que Luís Pastor le había dedicado una canción a ese hombre que vivió poco, pero que sembró mucha vida.

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jueves, 30 de agosto de 2012

La futura memoria II

La posibilidad de publicar La futura memoria en 1997 llegó acompañada de la decisión de abandonar Madrid después de catorce años porque no encontraba sentido a seguir viviendo en esa ciudad, aparte de que no me lo podía permitir. La alternativa llegó desde Almagro y no porque viera oportunidades a corto plazo porque antes tenía que reconstruirme al estar al borde de la depresión. Por fortuna, la compañía del Corral de Comedias de Almagro me dio la opción de salir del pozo, primero como fotógrafo, posteriormente como responsable de sala y técnico, y finalmente como adaptador de textos clásicos, lo que me permitió obtener algunos ingresos y recuperar la autoestima, aparte de descubrir que el teatro era un género que se adaptaba muy bien a lo que yo escribía porque se basa en el diálogo, donde me desenvolvía con mayor facilidad.    
            Poco después de publicar La futura memoria descubrí que lo más complicado no era escribir o publicar un libro, sino venderlo. Lo había llevado a varias librerías de Madrid y de Ciudad Real, pero nadie me conocía y mi libro ocupaba un lugar apartado en una estantería junto a miles de novelas de autores reconocidos y promocionados.
            Quince años después todavía no he recuperado la inversión que hice al imprimir dos mil ejemplares de aquel libro en el que hay numerosos errores, que he corregido en la versión de libro electrónico que se vende a través de Amazon, pero sé que fue una buena decisión porque me sirvió para dar un paso al frente y porque bastantes lectores me han dicho que disfrutaron mucho leyendo la historia de dos funcionarios jubilados que deciden dar un cambio radical a su vida por el temor de que la inactividad los conduzca a la muerte.    

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Para hacerlo a través de mi web, este otro: http://www.ebaobab.com/novela.aspx

miércoles, 29 de agosto de 2012

La futura memoria I


La futura memoria es una primera novela, y como tal tiene muchos errores propios de un escritor que desconoce el oficio y su propia capacidad para narrar, pero a la vez tiene la pasión de los que se lanzan a la aventura. El origen de esta historia se remonta al año 93, cuando trabajaba como fotógrafo publicitario y trataba de abrirme paso como guionista, y como tal ya conocía los sinsabores del rechazo de la productoras, y no porque mis guiones fueran malos, sino porque no me permitieron entregarlos a las pocas que los llevé.

Entonces nos llamaron para hacer las fotos de una campaña con Alfredo Landa, y pensé en la posibilidad de escribir un guión que lo pudiera protagonizar confiando en que me sirviera para abrirme las puertas de un mundo tan hermético. La idea no tardó en aparecer, y tras varias semanas de trabajo tenía el guión preparado aunque sin pulir cuando llegó el día de hacerle las fotos. Se lo entregué y fue muy correcto, pero pasó el tiempo y no recibí respuesta. Después escribí otros tres guiones, incluso por uno de ellos, La mujer del taxi, recibí una propuesta de una productora que no salió adelante porque me negué a aceptar los cambios que querían imponerme.  Pocos meses después me quedé sin trabajo, y lo que podría haber sido una condena para mi carrera como guionista se convirtió en un estímulo para apostar por la literatura. La razón es muy sencilla, era más barato escribir que abrir mi propio estudio de fotografía, aparte de que después de trece años dedicado a la publicidad no sentía el menor afecto por esa actividad donde primaba la vanidad de una serie de individuos que se creían dioses cuando ni siquiera habían aprendido a ser hombres.

            Pasé cerca de dos años encerrado en un frío, diminuto, oscuro y sucio apartamento, mientras se consumían mis escasos ahorros,  tratando de dar forma a mis ideas confiando en que mi creación recibieran recompensa, incluso hice pruebas como guionista para Médico de familia, y me rechazaron diciendo que no tenía capacidad para trabajar en equipo, lo que con el tiempo descubrí que era cierto, aunque entonces me dolió porque necesitaba saber que servía para escribir, aparte de dinero para vivir.

            Por entonces seguía planteándome los guiones como única opción porque me consideraba incapaz de escribir una novela ya que mi formación era visual y jamás había tenido vocación de escritor. Creo que fue a finales del 95 cuando empecé a plantearme la posibilidad de hacer narrativa y como practica me propuse convertir en novela el guión titulado Billy & Joe, el que había escrito para Alfredo Landa porque tenía la impresión de que me habían quedado cosas por contar.

            Lo pasé mal durante esos meses porque me costaba horrores completar una página. Me faltaban las palabras y no sabía cómo enlazarlas. Los diálogos fluían con cierta facilidad, pero a la hora de narrar me atrancaba, aparte del temor a los errores. Al tiempo que escribía tenía que estudiar libros de gramática, revisar manuales de ortografía y leer textos sobre creación literaria, y cada día me sentía más perdido, pero no quería desistir porque me había cerrado las puertas a cualquier otra alternativa laboral.

            No recuerdo cuanto tiempo dediqué a esa novela. En aquellos tiempos los días se me hacían eternos al no tener otra cosa que hacer, al tiempo que la sensación de angustia se acentuaba al saber que mis ahorros se acababan y no tenía adonde ir cuando dejara de pagar el alquiler.
            Finalmente terminé la novela y empecé a mandarla a editoriales y a concursos literarios. Salvo dos o tres editoriales que me mandaron una carta diciendo que la novela no encajaba en sus planes de edición, la respuesta que recibí fue el silencio. Como la paciencia no era una de mis virtudes, decidí tomar una vía alternativa que con el paso de los años se ha convertido en mi primera opción, la de convertirme en editor de mi obra.  

Mis libros

El propósito de este blog es hablar de mis libros una vez que mi trayectoria como escritor se acerca a los veinte años y mi obra ya es más extensa que la de la mayoría de los escritores a lo largo de su vida. Quince novelas (dos todavía inéditas al estar pendientes de concursos), dieciochos obras de teatro, un libro de cuentos y nueve guiones de cine, aparte de guiones radiofónicos, adaptaciones teatrales de clásicos y otros textos menores componen mi producción, a la que espero añadir nuevas novelas, el género en el que estoy más centrado durante los últimos años al ser el que más me gusta y en el que puedo controlar todo el proceso desde que nace la idea hasta que llega al lector, lo que con los guiones y el teatro no ocurre porque el fin de los textos pasa porque puedan ser representados o filmados.  
            No me propongo con este blog hacer sinopsis de lo que hay escrito en cada una de mis obras porque considero que los textos se tienen que defender por sí mismos y cada lector es libre de interpretarlos como desee. Tengo la fortuna de estar en contacto con muchos de mis lectores que regresan periódicamente por mi tienda o me escriben, y me han contado cosas sorprendentes de mi obra, tanto de lo que hay escrito como de lo que ellos han interpretado, incluso de lo que ha aportado a su vida, y todo ello me enriquece.
            Calculo que ya son cerca de diez mil lectores los que han leído algunas de mis obras, y muchos de ellos han repetido, hasta el punto de que algunos las coleccionan y en cierto modo los considero como unas mecenas que me permiten seguir trabajando en aquello que amo y que tardé mucho tiempo en descubrir, porque no todas las personas encuentran aquella actividad para la que están más capacitados, o puede que lo hagan cuando ya es demasiado tarde para dar un vuelco a su vida que le permita desarrollarla.
            El propósito que persigo es contar aquello que me llevó a enfrentarme a cada una de mis obras y cómo las desarrollé, porque yo no soy un escritor que dedique mucho tiempo a madurar una idea antes de ponerme a escribirla, prefiero lanzarme al abismo, lo que con frecuencia me lleva a meterme en laberintos de los que no siempre soy capaz de encontrar la salida, pero disfruto mucho más escribiendo de este modo que teniéndolo todo planificado. No concibo la literatura como una tortura, sino como un viaje en el que hay mucho que aprender y en el que debe haber más momentos de gozo que de sufrimiento. La búsqueda del conocimiento es la actividad más enriquecedora que puedo imaginar porque nunca se acaba, y por eso ahora no tengo la impresión de que las ideas se me agoten, algo que al principio pensaba. Cada historia que escribo me abre vías para otras nuevas, y me siento como aquellos exploradores que se lanzaron a buscar los confines de la tierra, y que cada ruta que seguían les abría nuevas vías de exploración.     
            Espero que aquellos que conocéis mis libros os animéis a escribirme para que pueda incluir vuestras impresiones.